Antes de entender para qué sirve la cavitación ultrasónica, es necesario precisar que no se trata de un procedimiento invasivo y que da como resultado una reducción importante de las adiposidades, ubicadas en ciertas partes del cuerpo.
Características generales de la cavitación ultrasónica
En lo que tiene que ver con su aplicación, digamos es parecida a la de un ultrasonido de fisioterapia. Se trata de una tecnología revolucionaria de última generación, que ha sido desarrollada bajo estrictos parámetros científicos.
Sus efectos positivos han sido comprobados en muchísimos pacientes alrededor del mundo, al tiempo que es un procedimiento desarrollado bajo los estándares de calidad más rigurosos.
Esta terapia puede ser aplicada en personas de todas las edades, con la solas restricciones de que no se lleve a cabo en individuos menores de quince años, ni en diabéticos, al tiempo que tampoco es indicada para personas que padecen de obesidad mórbida, las que llevan marcapasos y las que padecen de problemas hepáticos degenerativos.
¿Para qué sirve la cavitación ultrasónica, entonces? En los casos de sobrepeso y/o de obesidad moderada, la “CU” es ideal para realizar un moldeamiento corporal.
Esta tecnología actúa emitiendo ondas ultrasónicas, dentro de una banda de frecuencias de 35-40 Khz, que se componen por ciclos de compresión y expansión que se producen a altísimas velocidades.
Así las cosas, estas ondas ultrasónicas generan una gran cantidad de micro-cavidades, a las que también se les conoce como “micro-burbujas de vacío” que se abren (por decirlo de alguna manera) al interior de las células grasas de ciertas zonas del cuerpo.
Para qué sirve la cavitación ultrasónica y otras consideraciones
Las ya citadas, micro-burbujas de vacío son, en realidad, minúsculos espacios (dentro de las células grasas) que aumentan de tamaño paulatinamente, gracias a la acción repetitiva y controlada de la cavitación ultrasónica, generando (al final de cuentas) en una especie de implosión.
Continuando con el proceso, digamos que la grasa se convierte en un líquido que es eliminado, fácilmente, mediante los diversos procesos fisiológicos.
Se trata, entonces, de algo similar a lo que sucedía (y sigue sucediendo) con otros procedimientos invasivos, en los que se utilizan agujas, como es el caso de la hidrolipoclasia.
La utilidad de la cavitación ultrasónica se aprecia en varios frentes. Sirve, por ejemplo, para tratar la adiposidad localizada, de manera no invasiva.
Es útil, además, para mejorar la plasticidad de los tejidos, para tratar la llamada “piel de naranja”, para mejorar el tono de los tejidos y para mejorar la absorción de las cremas anticelulíticas.
Además, es de lo mejor para la reactivación de la circulación local, esto es, de la zona donde se ha aplicado la CU y, además, para la reducción y eliminación de los nódulos celulíticos.
Como si todo lo anterior “no fuese suficiente”, estas ondas ultrasónicas ayudan a la eliminación progresiva de ciertos líquidos que se suelen localizar en los tejidos de algunas partes del cuerpo.
En lo que tiene que ver con la indeseable celulitis, digamos que la cavitación ultrasónica sirve para la remodelación de la adiposidad localizada, tornando los tejidos más compactos y, por ende, más lisos.